Muy Bueno
    Muy Bueno

El verbo chingar es probablemente uno de los verbos más frecuentado en la República Mexicana, éste verbo es aprendido a base de chingarse en la escuela de la vida. El verbo adopta sin embargo la forma de adjetivo en algunos casos y su forma se convierte a veces en sustantivo, llegándo a ser considerada la palabra mas polifacética de la que hace uso el mexicano.

Esta es la historia de un típico muchacho mexicano, en la que el autor combina toda la magia de la gramática mexicana basado sólamente en la profundidad de la palabra chingar, consiguiendo una obra de una belleza que sólamente los mas estudiosos consiguen asimilar toda la gracia y esplendor que la Irreal Academia de Tepito ha sabido influenciar a uno de sus más preclaros hijos!

 

Historia de Pancho
Por: Esófago

Desde que Pancho fué a la escuela, aprendió a chingarse estudiando junto con sus compañeros de aula, luego ya en la calle, se agarraba a chingadazos con los pupilos que le caian mal y se chingaba las naranjas del huerto del vecino antes de llegar a su casa. Un día, su padre, que se había enterado de su mal comportamiento en la escuela, la emprendió a chingadazos contra él para que se eduque ó se chinge! Después en la adolecencia, era el más chingón del barrio para la pelota. Jugaba durante el día y durante la noche, andaba buscando la ocación de chingarse a su novia, que era una chingonería de vieja, pero cuando lo consiguió, el chingado fué él porque lo casaron. Después, tuvo que mantener a un chingo de hijos contando con un sueldo que ¡era una chingadera! y eso que el hacía un chingataputamadral de trabajo! Tenía que soportar a su suegro que le estba chingue y chingue la misma chingadera toda la vida: "tienes que chingarte en la vida! Sal adelante en tu trabajo, tú eres un chingón!" Normalmente esto parece un acto de motivación, pero el ya conocía la clase de chingadera que es su suegro, todo mundo lo conocía por ser un chingaquedito. Así es que aunque las arengas de su suegro eran chingonsísimas, el se chingaba en silencio. Un día cansado de tantas chingaderas, tomando un cuchillo, se chinga al viejo clavándole un puñal bien chingón que tenía guardado desde hacía un chingo de tiempo. Cuando el viejo se dio cuenta que se lo llevaba la chingada, en un acto sobrehumano, entonando los ojos, le hace gestos a Pancho para que se acerque, éste, con un chingo de paciencia, se acerca chingonamente al pobre viejo, sabiendo que había triunfado. Este con señas le pide que se acerque más, Pancho acerca la oreja a la boca del viejo que le dice al tiempo que expiraba: "¡Chinga tu madre!"

Si usted no entendio ni una chingada la historia de Pancho, le hará bien estudiar el tratado de la Irreal Academia Mexicana de Tepito y Barrios Circunvecinos.