Muy Bueno | León Felipe II
Muy Bueno |
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EL LLANTO ES NUESTRO
- Españoles:
PIE PARA EL NIÑO DE VALLECAS DE VELAZQUEZ
Bacía, Yelmo, Halo,
De aquí no se va nadie.
Hasta que un día (¡un buen día!)
ESTA NOCHE NO HUBO LUNA...
Ahora camino de noche
Y era todo triste sin la luna amiga...
No se veía la cinta
Esta noche no hubo luna...
y en que yo loco de amor,
MAS SENCILLA...
Más sencilla... más sencilla.
«Los brazos en abrazo hacia la tierra,
(De Versos y oraciones de caminante)
LA PALABRA
Pero ¿qué están hablando esos poetas ahí de la palabra?
PERO YA NO HAY LOCOS
Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma
(de "El payaso de las bofetadas ...")
¿QUIEN ES EL OBISPO?
Los políticos hacen los programas, los obispos las pastorales y los poetas los
poemas. Pero el poeta habla el primero y grita antes que ninguno la cogoja del hombre.
El político, después, ha de buscar la manera de remediar esta congoja, cuando esta
congoja no está en la mano de los dioses. Si está en la mano de los dioses, interviene el
obispo con su procesión de mascarones y da al problema una solución falsa y medrosa.
El poeta es el que habla primero y dice: esto está torcido. Y lo denuncia. O esto es
un misterio, y pregunta: ¿por qué? Pero cualquiera puede denunciar y preguntar. Sí.
Pero la denuncia y la pregunta hay que hacerlas con un extraño tono de voz, y con un
temblor en la garganta, que salgan de la vida para buscar la vida. Y esto es lo que
diferencia al poeta del arzobispo.
El poeta conoce la Ley y quiere sostenerla viva. El obispo conoce la retórica y el
rito anacrónico de la Ley: la Ley muerta. Los políticos no conocen más que las leyes. Y
las leyes están hechas sólo para que no muera la Ley.
Cuando no hay poetas en un pueblo, el juez y los magistrados se reúnen en las
tabernas, y firman sus sentencias en los lechos de las prostitutas.
Cuando no hay poetas en un pueblo (es decir, Ley viva), los obispos (es decir, Ley
muerta) celebran los concilios en los sótanos de sus palacios para bendecir la trilita de
los aviones.
El obispo o el arzobispo, en este poema, es el jerarca simbólico de todas las
podridas dignidades eclesiásticas religiosas; el que hace las encíclicas, las pastorales, los
sermones, las pláticas, lleva al templo la política y los negocios de la plaza y afianza bien
las ametralladoras en los huecos de los campanarios para dispararlas contra el hombre
religioso, contra el poeta que dice:
¿Dónde está Dios? Rescatémosle de las tinieblas
Porque...
REPARTO
La España de las harcas no tuvo nunca poetas. De Franco han sido y siguen siendo
los arzobispos, pero no los poetas. En este reparto injusto, desigual y forzoso, del lado
de las harcas cayeron los arzobispos y del lado del éxodo los poetas. Lo cual no es poca
cosa. La vida de los pueblos, aún en los menesteres más humildes, funciona porque hay
unos hombres allá en la Colina que observan los signos estelares, sostienen vivo el fuego
prometeico y cantan unas canciones que hacen crecer las espigas.
Sin el hombre de la Colina no se puede organizar una patria. Porque este hombre
es tan necesario como el hombre del Capitolio y no vale menos que el hombre de la
Bolsa. Sin esta vieja casta prometeica que arrastra una larga cauda herética y sagrada y
lleva sobre la frente una cresta luminosa y maldita, no podrá existir ningún pueblo.
Sin el poeta no podrá existir España. Que lo oigan las harcas victoriosas, que lo
oiga Franco:
Tuya es la hacienda,
el llanto es nuestro
y la tragedia también,
como el agua y el trueno de las nubes.
Se ha muerto un pueblo
pero no se ha muerto el hombre.
Porque aún existe el llanto,
el hombre está aquí en pie,
en pie con su congoja al hombro,
con su congoja antigua, original y eterna,
con su tesoro infinito
para comprar el misterio del mundo,
el silencio de los dioses
y el reino de la luz.
Toda la luz de la tierra
la verá un día el hombre
por la ventana de una lágrima...
Españoles,
españoles del éxodo y del llanto:
levantad la cabeza
y no me miréis con ceño
porque yo no soy el que canta la destrucción
sino la esperanza.
Este es el orden Sancho
Mientras esta cabeza rota
del niño de Vallecas exista,
de aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.
Antes hay que deshacer este entuerto,
antes hay que resolver este enigma.
Y hay que resolverlo entre todos,
y hay que resolverlo sin cobardías,
sin huir
con unas alas de percalina
o haciendo un agujero
en la tarima.
De aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico, ni el suicida.
Y es inútil,
inútil toda huida
(ni por abajo
ni por arriba).
Se vuelve siempre. Siempre.
el yelmo de Mambrino
-halo ya, no yelmo ni bacía -
se acomode a las sienes de Sancho
y a las tuyas y a las mías
como pintiparado,
como hecho a la medida.
Entonces nos iremos Todos
por las bambalinas:
Tú y yo y Sancho y el niño de Vallecas
y el místico y el suicida.
porque las noches son claras ...
Y esta noche no hubo luna,
no hubo luna amiga y blanca .. .
y había pocas estrellas,
pocas estrellas y pálidas...
y era todo negro sin la luna blanca.
de la carretera larga...
los olivos del recuesto
apenas se dibujaban...
un murciélago pasó
rozándome la cabeza con el ala ...
y me ladraron los perros
en los bancales con saña.
Sin luna todo era negro y triste...
vi una luz allá lejana...
y, a tientas, fui hasta la luz
y en la luz pedí posada...
no hubo luna amiga y blanca...
Y recordé aquella noche
en que no vino mi amada...
lleno de fiebre y de ansias...
hice también alto
en la primera posada...
Sin barroquismo,
sin añadidos ni ornamentos.
Que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos.
el ástil disparándose a los cielos.»
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto...
este equilibrio humano
de los dos mandamientos.
Más sencilla... más sencilla...
haz una cruz sencilla, carpintero.
Siempre en discusiones de modista:
que si es desceñida o apretada ...
que si la túnica o que si la casaca ...
¡Basta ya! La palabra es un ladrillo. ¿Me oísteis? ...
¿Me ha oído usted, señor Arcipreste?
Un ladrillo. El ladrillo para levantar la Torre ... y la Torre tiene que ser alta ... alta ...alta ...
hasta que no pueda ser más alta.
Hasta que llegue a la última cornisa
de la última ventana
del último sol
y no pueda ser más alta.
Hasta que ya entonces no quede más que un ladrillo solo,
el último ladrillo ... la última palabra,
para tirárselo a Dios
con la fuerza de la blasfemia o la plegaria ...
y romperle la frente ... A ver si dentro de su cráneo
está la Luz ... o está la Nada.
del desierto y ... ni en España hay locos. Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente cuerdo.
Oíd ... esto,
historiadores ... filósofos ... loqueros ...
Franco ... el sapo iscariote y ladrón en la silla del juez repartiendo castigos y premios,
en nombre de Cristo, con la efigie de Cristo prendida del pecho,
y el hombre aquí, de pie, firme, erguido, sereno,
con el pulso normal, con la lengua en silencio,
los ojos en sus cuencas y en su lugar los huesos ...
El sapo iscariote y ladrón repartiendo castigos y premios ...
y yo, callado, aquí, callado, impasible, cuerdo ...
¡cuerdo!, sin que se me quiebre el mecanismo del cerebro.
¿Cuándo se pierde el juicio? (yo pregunto, loqueros).
¿Cuándo enloquece el hombre? ¿Cuándo, cuándo es cuando se enuncian los conceptos
absurdos y blasfemos
y se hacen unos gestos sin sentido, monstruosos y obscenos?
¿Cuándo es cuando se dice por ejemplo:
No es verdad. Dios no ha puesto
al hombre aquí, en la Tierra, bajo la luz y la ley del universo;
el hombre es un insecto
que vive en las partes pestilentes y rojas del mono y del camello?
¿Cuándo si no es ahora (yo pregunto, loqueros),
cuándo es cuando se paran los ojos y se quedan abiertos, inmensamente abiertos,
sin que puedan cerrarlos ni la llama ni el viento?
¿Cuándo es cuando se cambian las funciones del alma y los resortes del cuerpo
y en vez de llanto no hay más que risa y baba en nuestro gesto?
Si no es ahora, ahora que la justicia vale menos, infinitamente menos
que el orín de los perros;
si no es ahora, ahora que la justicia tiene menos, infinitamente menos
categoría que el estiércol;
si no es ahora ... ¿cuándo se pierde el juicio?
Respondedme loqueros,
¿cuándo se quiebra y salta roto en mil pedazos el mecanismo del cerebro?
Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos. Se murió aquel manchego,
aquel estrafalario fantasma del desierto
y ... ¡Ni en España hay locos! ¡Todo el mundo está cuerdo,
terrible, monstruosamente cuerdo! ...
¡Qué bien marcha el reloj! ¡Qué bien marcha el cerebro!
Este reloj ..., este cerebro, tic-tac, tic-tac, tic-tac, es un reloj perfecto ...,
perfecto, ¡perfecto!
Dios que lo sabe todo
es un ingenuo
y ahora está secuestrado
por unos arzobispos bandoleros
que le hacen decir desde la radio:
"Hallo! Hallo! Estoy aquí con ellos".
Mas no quiere decir que está a su lado
sino que está allí prisionero.
Dice dónde está, nada más,
para que los poetas lo sepamos
y para que los poetas lo salvemos.
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...
mas yo te dejo mudo... ¡Mudo!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?